¿Alguna vez han pensado en cuál sería la escena que verían si pudieran sintetizar su vida en un minuto? ¿Cuáles serían esos momentos que su memoria recopilaría y destacaría como el resumen de todos los años que han pasado?
Esas personas con las que cruzaron caminos, esos paisajes que los acompañaron en sus viajes, esos sonidos dulces que transformaron un instante efímero en uno que perduraría a través del tiempo.
Ir por la línea segura del tren, tomar un desvío en la siguiente curva y decidir avanzar sin rumbo definido. El pasado ya quedó atrás, el presente es la brisa dulce que te acompaña, el futuro frente a tus ojos. Una de las vías rotas me llevó a encontrar una mano amiga. Agradezco sus propios caminos que lo llevaron a mi. Cada esquina que se vio obligado a doblar. La persistencia de seguir caminando a pesar de que el Sol le dificultara la vista. Cada paso que dio o que dejó de dar que hizo que finalmente se encontrara conmigo a un lado de la calzada.
Su agradable compañía hizo que el tiempo fuera un aliado traicionero. Estar con él, disfrutar su presencia, reír, sentir cada abrazo como la mas dulce canción.
Respondiendo mi pregunta. Creo que si la vida me quisiera hacer un último regalo, me mostraría a dos personas sentadas en una tarde Santiaguina escuchando a un hombre tocar la melodía que se adaptaría perfectamente a un momento en que para mi existía sólo él y yo ... porque en ese instante, de la nada, todo el tiempo se detuvo.
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