23 de noviembre de 2012

Es extraña la sensación que se tiene al vivir la mayoría del tiempo en una ciudad pero que aún no la sientas tuya. Anhelar con todo tu corazón ir a ese lugar que llamas hogar para volver a sentir lo que un hogar es, calor de familia. Hogar viene de la palabra hoguera porque antiguamente las familias se agrupaban en las noches para poder recibir luz y calor que emanaba de ellas. Eso es lo que quiero. Volver a tener la luz que mi rostro va perdiendo con el paso de los días. La alegría de sentir un abrazo de mamá que te recibe en tanto vas cruzando la puerta. Escuchar sus voces. Pasear con mi perro. Pensar en nada y dejar que el viento que cubre a mi ciudad hable. Extraño caminar por las calles que tan bien conozco. La gente de las ciudades grandes pierde ese afecto familiar, todo es mas frío. Sobran las quejas faltan las sonrisas. Ay! Cómo quisiera estar en mi casa. Sólo dos semanas más, es todo lo que resta. Dos semanas en las que espero regresar con la frente en alto. Porque no vale la pena estar acá sola si no cumplo con el objetivo al que vine. Dos semanas para estar en la "tierra de amistad". FOCUS!.

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