Era un día caluroso de enero cuando decidió tomar el concurrido paseo Barros Arana. Se detuvo un momento para mirar lo que una vitrina de accesorios para fotografía ofrecía. Al retomar su camino su mirada la enfocó a ella.
La joven debe haber tenido unos 20 años, pero no era su belleza lo que capturó su atención. Él pudo notar su presencia en medio de todo el ajetreo que el centro de Concepción ofrecía, lo que no es menor y menos a esa hora de la tarde. Uno puede presenciar una diversa gama de artistas (que incluye: pintores, músicos, mimos, humoristas y otros), gente pidiendo limosna (los cuales tratan de causar la mayor impresión de pobreza para generar la lástima de los transeúntes), comerciantes con todo tipo de gritos para capturar la atención de las personas con sed de compra, peatones agitados y calmados, etc.
Estaba sentada a pleno sol, en una banca solitaria ubicada en medio de la calle enfocada directamente por este ser luminoso que todos trataban de evitar por el calor sofocante que hacía ese día. Solamente un par de gafas la salvaban de los rayos que caían sobre su piel blanca, pero a ella parecía no importarle ese detalle. A pesar de que sutil y velozmente su mano limpiaba las lágrimas que iban recorriendo sus mejillas, le era imposible controlar la tristeza en la que se encontraba inmersa.
Tenía la mirada perdida, por eso la desconcertó el hecho de que dos niñas se pusieran a jugar a su lado. Difícil conocer el por qué de aquel estado que tanto lo conmovió. Un sentimiento que lo inquietaba lo empezó a recorrer, quería acercarse a ella pero la prudencia a la que estamos acostumbrados le decía que no. ¿Qué le podría decir él para consolarla si apenas la conocía? Así que se quedó inmóvil, simplemente con su mirada ahora proyectada en ella.
¿Qué pensamientos tendría la alicaída joven que le generaban ese semblante tan triste? Quizás eran penas del corazón ... un novio que la traicionó, o que se fue lejos. Podría también haber sido un familiar enfermo que la tenía consternada e impotente ante su situación. Tal vez era por algún amigo ... la amistad siempre nos golpea fuerte, sobretodo cuando nos hieren o cuando uno es el culpable del dolor en el ser querido. De la forma que sea, la joven estuvo alrededor de 20 minutos así. Él estuvo los mismos 20 minutos con una serie de hipótesis en su cabeza.
Cuando finalmente había decidido dar un paso en dirección a ella, la joven se levantó. Se quitó las gafas para poder secar todo rastro de las lagrimas previamente derramadas, estuvo parada un par de segundos, tomó un largo respiro y se aseguró de no mostrar ningún signo de debilidad. Tomó una actitud segura e indiferente y fue en dirección a un grupo de personas que venía recién saliendo de una tienda y que probablemente era su familia. Alguien del grupo hizo una broma porque todos rieron, menos ella. Ahora era él quién estaba con la mirada perdida cuando ya no pudo seguir el rastro de sus pasos.