Quizás la música tiene ciertos poderes sobre nosotros, poderes ocultos ciertamente buenos pero no por eso sin excepciones, sí , los malos.
Es increíble como un sonido puede transportarnos meses, días, años atrás. Recordar emociones, recordar experiencias ... experiencias que incluyen personas y de las cuales algunas siguen ahí para armar y hacer nuevas experiencias y otras que no lo están más. Eso es lo que más duele, cuando compartiste risas, penas, locuras, etc. con alguien y que te preguntes cómo fue que dejó de sonar la melodía que los unía en un lazo tan íntimo y profundo que parecía inquebrantable.
La música empieza a ser como un diario de vida, pero uno que no debes esconder para que alguien lo encuentre sino que de sorpresa te encuentra a ti para que lo "leas".
De la forma que sea, agradezco los momentos buenos y malos que este arte me ha hecho pasar, ya sea en materia de estudios (oh Dios, cuántas horas de estudio en que fue la única compañía), ya sea en un viaje (haciéndolo más placentero y menos aburrido), ya sea en una fiesta (donde definitivamente hay muchas de las locuras vividas), ya sea de forma accidental al ir caminando (haciéndonos sentir como en un video clip), ya sea de forma compartida con otra persona (aquí es cuando uno piensa que tiene el soundtrack de su vida).
Todo puede pasar, las emociones van y vuelven pero la música seguirá ahí inamovible.