Hay días en que todo se torna de un color misterioso, en el cual parece que las mezclas de colores que usamos no son las indicadas, y quizás el verde, rojo, azul ya no parecen ser suficientes para lo que queríamos lograr. Ese perfecto color que teníamos en mente, ese color que no se compara a ningún otro, ese color único se va desvaneciendo poco a poco y uno más parece estar tomando su lugar. Definitivamente en mi mente no puedo reconocer este color misterioso, tampoco sé cómo se tornó así, qué fue lo que falló. También pienso que tal vez, este color misterioso no es algo malo, más bien es una transición a un color aún más maravilloso de lo que habíamos planeado y que nos sorprenderá lo bueno que puede acontecer de lo desconocido. Secretos, si, secretos deben haber detrás de este misterio. La vida está llena de secretos, probablemente estos son indispensables para nosotros, algo que nos impulsa a querer y conocer más. Conocer, ¿qué es de nosotros sin el conocimiento? Nada. Es por eso que lo desconocido y lo oculto nos atrae tanto, para absorber todo aquello que se aleja de los parámetros y esquemas que solíamos pensar que era la verdad hasta que esa venda que cubría nuestros ojos se cae mostrando ante la majestuosidad de la luz lo hasta entonces ignorado.
